Descripción
Los hermanos Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola desarrollaron durante toda su vida una intensa actividad como poetas, además de desempeñar importantes cargos públicos.
Bartolomé nació en Barbastro y estudió en Salamanca donde pudo ser colega de Góngora. De amplia formación humanista tradujo a Marcial, Juvenal y Persio. Fue nombrado secretario del Conde de Lemos al que acompañó a Nápoles donde fundó la Academia de los Ociosos.
Su obra es académica y clasicista y nunca escribió poesía de tipo tradicional como romances. Sus sonetos son morales o filosóficos e incluso amorosos pero ninguno responde a sentimientos íntimos del poeta. Al margen de la poesía moral y sacra el lugar central en su obra lo ocupan las sátiras de hecho no desdeñaba ser considerado un poeta clásico, siempre pendiente de imitar a sus modelos latinos.
Consideraba inmorales las comedias de la época. Para él la poesía debía ser el vehículo de la Filosofía Moral. Se resistió siempre a publicar sus poemas, aunque al final se animó a limarlos, sabiendo que su alumno Martín Miguel Navarro Moncayo los estaba comentando. No obstante, murió antes de que se imprimieran.
Su obra es citada por Cervantes en el Quijote.
Lupercio nació en Barbastro y estudió en Zaragoza y Salamanca donde conoció a Fray Luis de León con quien compartía su afición por los clásicos. Destacan sus poesías amorosas y satíricas, algunas de ellas contra los vicios de la corte, así como sus poemas morales y religiosos.
Anhelaba, como su hermano, la perfección poética
Tras su muerte, su hermano Bartolomé reunió su obra y, junto a la suya propia, la entregó al hijo de Lupercio, Gabriel Leonardo. El 14 de octubre de 1633 Gabriel donó la licencia de impresión y venta de las Rimas a la imprenta del Hospital, ofreciéndola como limosna y se realizó la impresión en 1634
Esta edición de las Rimas recoge 94 poemas de Lupercio y 190 de Bartolomé, aunque desde su publicación han ido apareciendo nuevos poemas que quedaron manuscritos.
En las primeras 14 hojas de preliminares además de las licencias y tasas, tanto las generales como las propias del Reino de Aragón, aparece una aprobación firmada por Lope de Vega en la que dice: “no hallará quién se opusiera a tanta erudición, gravedad y dulzura; antes parece que vinieron de Aragón a reformar en nuestros poetas la lengua castellana, que padeze por novedad frasses horribles con que más se confunde que se ilustra”.
Se hicieron dos ediciones ese mismo año. El ejemplar que presentamos corresponde a la primera tirada según Palau, dado que no lleva frontispicio y las páginas 268 y 269 están numeradas por error 262 y 263.