Descripción
Obra inaugural de la mítica Planas de poesía. Excepcional por su escritura, único en aquel momento de poesía tan vulgar y tan poco dado a poesías; y –ahora podemos entenderlo con claridad– imprescindible para la historia de la poesía española, pues pone el dedo en sus dos llagas mayores: el ritmo –aquí, respiración del lenguaje y nunca compás del verso– y la imagen, desprendida de la seguridad equidistante de la metáfora y encaminada a la rica pluralidad que el simbolismo había enseñado. Como era de esperar, se le colgó la etiqueta de surrealista –puede que le ande cerca– que valía entonces (y no sólo entonces) para toda escritura zafada del recto decir que dictaba la ocasión. La reacción ante Liverpool fue de perplejidad: ¿dónde ubicarlo, cómo clasificarlo? Se resistía a entrar en cualquiera de las casillas habituales, y lo fácil fue desdeñarlo por incomprensible y por falto de nervio social. Así sucedió, incluso entre los próximos al poeta. Pedro Lezcano, por ejemplo, señaló en una reseña el uso de un “mal llamado verso libre: prosa con abundantes sangrías que desdeña la rima, el metro, la acentuación y el ritmo”. Bien que se retractaría, décadas más tarde, para reconocer que Liverpool “tenía razón (…) compartía la crítica social, pero no renunciaba a los hallazgos surrealistas y a la libérrima expresión. Nos hizo ver que, por exaltar la libertad social, estábamos encarcelando la propia voz y la palabra”.
Es, todavía hoy, uno de los libros más sorprendentes de la posguerra. Liverpool, sin embargo, pasó casi desapercibido para los lectores y fue silenciado por la crítica en aquellos años de poetas celestiales y sonetos arraigados. Dos años después, en 1951, la prohibición de Planas de Poesía por la censura y el procesamiento de José María Millares Sall acabaron de enterrar aquel libro que enlazaba con la mejor herencia del expresionismo y el superrealismo de entreguerras.
Desgraciadamente el libro no excede de 32 páginas porque ese era el límite para la censura provincial. Toda obra que excediera de ese número debería enfrentarse con la más metódica censura de Madrid.
En definitiva, una autentica rareza y joya de coleccionistas.
José María Millares Sall