Descripción
López-Parra ha pasado a la historia por ser el único ultraísta excomulgado.
Ernesto López-Parra debió recibir una formación exquisita. Con apenas quince años ya se atrevía a publicar artículos en los semanarios talaveranos y su pluma, pese a la edad, no era precisamente bisoña. Mientras estudia en Madrid la carrera de Derecho, se siente atraído por la poesía y comienza a publicar en revistas entonces famosas como Cervantes o Los Quijotes. Sus primeras composiciones siguen la línea de la poesía entonces en boga: el modernismo. De la mano del nicaragüense Rubén Darío o del español Juan Ramón Jiménez, la poesía de López-Parra se embadurna de cisnes y princesas, de palacios versallescos y de lúgubres ambientes mortuorios. El modernismo comienza por entonces a hacer agua y el joven López-Parra se une a la camarilla de escritores que rodea a Rafael Cansinos Assens para fundar el movimiento renovador del ultraísmo. Del cisne, en un inmenso salto acrobático, se pasa ahora a cantar a la velocidad, a la ciudad o al aeroplano. López-Parra tiene una participación destacada en este movimiento y publica en revistas prestigiosas como «Vltra», auténtica biblia del vanguardismo español, que tenía forma de tríptico y en la que encontramos bellas pinturas de Norah Borges o de Rafael Barradas. López-Parra va a caracterizarse durante esta etapa por ser un poeta vacilante, una especie de escritor ambidextro capaz de componer al mismo tiempo poemas de tradición modernista junto a las más atrevidas filigranas vanguardistas. Este diletantismo será visto con acritud por sus compañeros más ortodoxos, especialmente por Guillermo de Torre y por Humberto Rivas. Cansados de lo que consideraban que era una falta de definición lo expulsan del movimiento ultraísta o en palabras suyas proceden a su excomunión.
Para llamar la atención sobre sus propuestas rupturistas la vanguardia española, siguiendo al movimiento Dadá, empleó la velada literaria como arma de choque. Los ultraístas celebraron en Madrid en 1920 dos veladas cargadas de polémica. Una en el café Parisiana y otra en el Ateneo. En esas reuniones no faltaron las voces ni los improperios y, según algún cronista de la época, también se llegó a las manos. López-Parra participó en ambas y de ello ha dejado constancia Cansinos Assens en su libro «La novela de un literato». Allí López-Parra aparece retratado como un escritor incapaz de desprenderse de sus aditamentos rubendarianos: «Eliodoro y el grave Comet están indignados con su joven colega Ernesto López-Parra, el cual los traicionó a todos, descolgándose con unos versos de corte rubeniano que gustaron al público y provocaron ovaciones y gritos de «¡Esto es otra cosa…, ésos son versos…, fuera los ultraístas!»
López Parra aprovecha la ocasión para hacer balance del ultraísmo, un movimiento al que augura un final próximo por no haber sido capaz de concretar de modo práctico sus propuestas. El ultraísmo, resuelve López-Parra, debería haberse ocupado menos de la imagen y más del alma del verso
A pesar de su expulsión y de las críticas que el autor dedica al movimiento, en la obra que presentamos se incluye una sección titulada “Motivos nuevos” en donde ofrece una amplia y remozada muestra de su arte de vanguardia.
Los cuatro libros que publicó el autor son muy raros y objeto de deseo de los coleccionistas.
Ernesto López-Parra