EL HIJO DEL SEÑOR ESTEVE

  • Autor: Ángel Samblancat
  • Editorial: Editorial B. Bauza. Barcelona
  • Año de Edición: 1929
  • Medidas y estado: 224 p. ; 19 cm Rústica original. Cubiertas con algún desperfecto, frágil pero completo y limpio. Buen estado general

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Descripción

Rústica original. Cubiertas con algún desperfecto, frágil pero completo y limpio. Buen estado general
Escritor, político y jurista aragonés. Fue uno de los fundadores del Partido Republicano Federal. Destacado periodista, fue colaborador, redactor y hasta director de muchos periódicos de izquierdas, desde la tendencia liberal-republicana hasta la anarco-sindicalista, como: El Mercantil Valenciano, La Campana de Gracia, El enemigo del Pueblo, La Tierra, El Motín, Los Miserables, El Diluvio, Tierra y Libertad, Solidaridad Obrera, C.N.T., etc.
Ha pasado a la historia político jurídica sobre todo por su actuación en el Tribunal de Casación de Cataluña (1936-1939), como brazo ejecutor de la justicia revolucionaria. Su figura ha sido distorsionada debido a sus apariencias de tribuno de la plebe y a su estrafalario estilo de vida y más aún de escritura. Otros literatos han sufrido parecida desfiguración y, sin embargo, la historia de la literatura española los está rehabilitando.
En su faceta de escritor nos ha dejado una larga lista de novelas, relatos cortos y glosas literarias (amén de sus muchas e importantes traducciones) de un destilado contenido humanista con su mensaje a menudo socializante, cuando no revolucionario, con frecuentes apuntes de corte entre tremendista y naturalista, expansiones de erotismo verbal osadas y frecuentes escapes de una retórica sui generis, de un estilo inimitable en el que, si bien es trasunto de un profundo conocimiento de los clásicos, a menudo se da, por desgracia, ese deplorable paso de lo sublime a lo ridículo. Expresivista empedernido, Samblancat combina palabras en un alternativo juego sincrónico-diacrónico de la lengua y en un desigual uso culto-plebeyo de la misma, cuando no entrecruza estos cuatro sentidos y usos produciendo mutaciones neologísticas y períodos torturados o aberrantes como jamás se ha visto en toda nuestra literatura.
Samblancat es, ante todo y sobre todo, un luchador. Sus escritos son gritos de ternura, imprecaciones de rabia, himnos viriles de santa y sacrosanta rebeldía. No es un diletante, es un guerrero. No escribe, brega. Su estilo es desordenado, estruendoso, ensordecedor, impresionante, como los bramidos de un torrente. No escribe para acariciarnos, sino para darnos dentelladas en la carne viva, para estremecernos, para achicharrarnos el alma, para lanzarnos al rostro bocanadas de fuego en oleadas de pasión y en todas sus páginas, las metáforas suenan como tiros; los apostrofes v diatribas estallan sonoros como latigazos; los espinos de la ironía se erizan agresivos y punzantes; las ideas picudas saltan y echan chispas, sin que por eso dejen de lanzar destellos y fulgores de vez en vez, relámpagos de ternura y en todo momento, un amor encendido hacia los desgraciados.

Por las páginas de esta novela, escritas con el desenfado y el vigor a que Samblancat nos tiene acostumbrados, desfilan tipos perfectamente caricaturados, trazados con mano firme, en los que el autor hace resaltar los rasgos principales del carácter, Y pone en solfa las macas y miserias que les corroen. El hijo del señor Esteve es un inadaptado que siente asco del vivir ordinario, y no halla su camino. El desea vivir ampliamente, a borbotones, según su inspiración y sus gustos, y no puede. Dentro de los moldes usuales, se ahoga. Quiere romperlos; vivir de otra manera, sin trabas ni restricciones, de espalda a toda preocupación, obedeciendo a sus impulsos en cada momento

Ángel Samblancat